lunes, 7 de octubre de 2019

BITÁCORA DE VIAJE ESPAÑA – PORTUGAL


BITÁCORA DE VIAJE ESPAÑA – PORTUGAL

24 junio 2019.
Pasado el mediodía, cuando el termómetro marca 32° y tenemos cielo despejado, desde Mairena del Aljarafe (Sevilla), partimos hacia el norte por la Ruta de la Plata. Renatita está cargo de la navegación, GPS y mapas y yo en la conducción del furgón camper.

Mérida. A las 4:30 de la tarde llegamos a nuestra primera parada, la capital de la comunidad autónoma de Extremadura. Desde el año 25ac fue capital de la provincia Lusitania, hasta la caída del imperio romano y continuó siendo una ciudad importante durante el reino Visigodo. Los musulmanes la conquistan el año 713 y la hicieron la capital de Cora de Mérida, hasta 1230, cuando la reconquistó Alfonso IX.

Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993, gracias a su importante y extenso conjunto arqueológico. El tratamiento que realiza la ciudad de su patrimonio trasciende de la simple adición o sumatoria de edificios y restos arqueológicos, a un conjunto urbano integral, lo que permite recorrerla con la sensación de encontrarse dentro de un todo.

Cáceres. Gracias a los largos días del incipiente verano, logramos recorrer hasta las 10:00 pm las calles de Cáceres, también declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986 porque es uno de los conjuntos urbanos de la edad media y el renacimiento “más completos y conservados del mundo”. Ese mismo año fue declarada por el Consejo de Europa como el Tercer Conjunto Monumental de Europa, después de Praga y Tallin. Su historia se remonta a inicios del s.I con asentamientos romanos, que fueron arrasados por los Visigodos. Sobre esos restos, a mediados del s.X, los musulmanes fundan nuevamente la ciudad, que el 1229 es conquistada por Alfonso IX.


Si en Mérida nos llamó la atención el tratamiento de “conjunto arqueológico”, en Cáceres quedamos impactados con el Casco Antiguo o Ciudad Monumental, que abarca sus intramuros y extramuros. Una alta muralla de piedra continua, que es al tiempo fachada de edificios, con aperturas de ventanas incluidas, rodea la Ciudad Monumental. Al interior, sus calles peatonales permiten recorrerla sin la interferencia de restaurantes o bares, ni letreros de publicidad. Esta particularidad nos alerta de cuán interiorizados tenemos esa contaminación visual en nuestro diario vivir en las ciudades. Todos sus edificios, impecablemente restaurados y mantenidos, albergan viviendas, oficinas privadas y públicas, dando al conjunto una sosegada vitalidad cotidiana más allá del turismo, que al recorrerla, escuchando los propios pasos en la calzada, nos transmiten una tranquilidad y paz difícil de imaginar en las ciudades actuales.

En el extramuro, señalando el ingreso principal al Casco Antiguo, se encuentra la Plaza Mayor, también peatonal. En ella, una productora de cine concluía la filmación de escenas de mercados medievales, que, por la utilería, por el vestuario de los actores y extras desplazados en ese entorno urbano, reforzaban la sensación de transportarse en el tiempo.

Alcántara. Con las sombras de la noche llegamos al puente romano de Alcántara sobre el río Tajo, muy cerca de la frontera con Portugal. Construido en los años 103 y 104, tiene 194m de largo, una altura máxima de 58m y destaca la luz lograda entre los arcos, la mayor de 28,8 m, en una estructura de piedra que trabaja a compresión, un alarde de la ingeniería romana de hace casi 20 siglos. En la mitad del puente se encuentra el Arco de Trajano, emperador romano nacido en Hispania que mandó a construirlo.

Dormimos placenteramente junto al puente, arrullados por el rumor de las aguas y desayunamos acompañados del canto de los pájaros, con el telón de fondo de unas vistas preciosas que nos invitaron a recorrer la región. Comenzamos por el convento de San Benito, que nos muestran un pasado glorioso por su magnitud, al igual que otros edificios antiguos del pueblo de Alcántara, que lo callejeamos y nos aprovisionamos de deliciosos jamones y quesos de cabra elaborados localmente.


Aguas arriba del puente, visitamos el embalse de Alcántara, construida en los años 60 del siglo pasado para la generación de electricidad, con prisioneros como mano de obra gratuita, algo muy común en todo el territorio español durante el período de la dictadura franquista.


Concluimos el día en la piscina “natural” de La Cantera, formada en la explotación de piedra granito a cielo abierto para la construcción del embalse. En una de las explosiones afloró una vertiente de agua cristalina, que hasta nuestros días sigue llenando esta piscina. Pernoctamos nuevamente junto al puente romano, pero en la otra orilla.

26 junio 2019
Partimos de Alcántara a media mañana hacia la frontera con Portugal, por un camino bordeado de multitud de nidos de cigüeñas, casi multifamiliares de nidos, en especial en las torres de transmisión eléctrica que parecen ser las favoritas de estas aves para anidar.

Cruzamos la frontera, anunciada con un simple letrero. Adentrados en Portugal nos perdimos entre caminos vecinales y, entre rectificaciones de rumbo, descubrimos que estábamos nuevamente en España. Nos tomó más de una hora retomar la ruta correcta a Oporto.

Oporto (Porto en portugués). Llegamos a media tarde y nos fuimos al Camping “Canidelo” junto al mar. Después de una breve merienda partimos a explorarla en transporte público y encontramos una ciudad hermosa y amable. Empezamos por el Parque das Camélias y desde allí nos adentramos hacia a Plaza da Bathalha, con su icónica iglesia de S. Idelfonso. A dos horas de caminar por el centro un local de estilo Deco nos invitó a disfrutar un aromático café, antes de retornar al camping, donde aún gozamos del atardecer sobre el mar.


Oporto se encuentra en la desembocadura del río Duero al Atlántico y su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1996. Su historia se remonta hasta los griegos, que fundaron el puerto de Cale en la desembocadura del río. A ellos les siguieron los romanos, los suevos, los alanos, los musulmanes, los españoles, hasta que el 1139, surge el reino de Portugal.

27 junio 2019
Volvimos al centro de Oporto, esta vez a la Plaza de Lisboa, que se encuentra íntegramente elevada sobre un parqueo, incluidos monumentos, jardines y árboles.


Y aquí es la primera vez en la vida que pago y hago cola de casi una hora para entrar a una librería, la librería Lello. Es considerada por los varias personalidades y medios de comunicación como la “librería más hermosa del mundo”. 

Diseñada por el ingeniero Francisco Xavier Esteves en un estilo neogótico, se inauguró en 1906 y se hizo famosa por las películas de Harry Potter, porque de ella se toma la decoración y arquitectura de la escenografía de la biblioteca de la saga. J.K. Rowling, la escritora, vivió y trabajó como profesora de inglés en Oporto. La escalera central es definitivamente fantástica, al igual que el enorme tragaluz, que otorga muy buena iluminación a todo el interior, evitando luces artificiales, incluso en los estantes de libros.


Seguimos caminando y disfrutando desde el centro de Porto hasta el río Duero, en cuyas orillas están las bodegas del famoso vino Oporto, que se los puede degustar en sus distintas variedades y nominaciones. Este vino, que recibe el nombre de la ciudad, es una variedad de vino surgida entre los siglos XVI y XVII, cuya particularidad se debe a la adición de aguardiente cuando está en proceso de fermentación, lo cual eleva su grado alcohólico hasta 25° y le da un sabor dulce y agradable.

Oporto ha experimentado su desarrollo urbano con el agua, del río y del mar, como elemento integrador y de comunicación entre las partes de la ciudad, que, basada inicialmente en barcos, desde el s.XIX lo hace con grandes puentes que unen fluidamente las riberas del río, como el Ponte das Barcas, el más antiguo, o el María Pía, el Arrábida, el Do Infante o el Ponte Luis I, una estructura de hierro de dos plataformas, donde la inferior une las riberas y la superior las laderas de las colinas. En casi todos ellos, ascensores urbanos permiten a los peatones trasladarse entre las plataformas y gozar de las vistas de la ciudad y el río. Al igual que los tranvías, los ascensores son parte del transporte público.

A las 9 de la noche, en el Jardim do Morro, nos sumamos a cientos de personas, especialmente jóvenes, que se congregan todos los atardeceres de verano para escuchar música en vivo y despedir al sol bañados por una hermosa luz crepuscular que confiere una luminosidad dorada a toda la ciudad.
La belleza del centro de Oporto nos sobrecogió, pese a que muchos de sus edificios, especialmente viviendas, tienen diversos grados de deterioro, dejándonos una sensación de melancolía.


28 junio 2019
Hoy nos toca caminar por los paseos de la Av. Da Beira Mar y sus playas junto al mar y de vez en cuando darnos un refrescante chapuzón. A media tarde, partimos hacia el norte, para pasar la noche en el camping de Playa Samil en Vigo, España.


29 junio 2019
Al mediodía y con la idea de retornar a Vigo en unos días, partimos a Santiago de Compostela bajo una suave llovizna.

Santiago de Compostela. Desde el parque Alameda, muy cerca al centro, partimos a explorar la ciudad, capital de la comunidad autónoma de Galicia, cuya parte antigua es Patrimonio de la Humanidad desde 1985. Desde la edad media (s.VII), la catedral dedicada al apóstol Santiago el Mayor, es punto de llegada de cientos de miles de peregrinos cristianos que llegan caminando desde todo Europa y durante todo el año por las diferentes rutas del “camino de Santiago”.


La catedral, construida entre 1075 y 1211 enteramente en bloques de piedra granito, responde a los estilos romántico, gótico y gallego. Su planta de cruz latina de tres naves con crucero y de tres naves, tiene 100 m de largo, 70 m de ancho y hasta 32 m de altura en la bóveda del crucero, altura que es rebasada por sus tres torres de distintos estilos y épocas. La estructura, de algo más de 8.000 m2, alberga en su interior, diversos estilos de gran manufactura y armoniosos entre ellos. Todas sus fachadas, con magníficos pórticos esculpidos, están frente a grandes plazas que marcan el desarrollo urbano de la ciudad.

Este edificio es de tantos y variados estilos como las lenguas y colores de los peregrinos que llegan, todos alegres por la hazaña lograda, creando un ambiente festivo más allá de rituales religiosos rígidos y de la fe que motiva a los peregrinos, logrando un espacio de encuentros y descubrimiento entre personas de todos los confines del mundo.

Después de visitar esta magnífica obra de arquitectura, callejeamos por el centro de la ciudad cuyas edificaciones, civiles y públicas, también son de bloques de piedra granito, al igual que los relucientes adoquines de sus calles.

Santiago de Compostela fue un descubrimiento inesperado que nos recuerda que a veces tenemos prejuicios equivocados. Al final de la tarde partimos hacia Finisterre.

Finisterre. Su nombre significa Fin de la Tierra y para muchos peregrinos del Camino de Santiago, es donde concluye su peregrinación. Durante muchos años, el cabo de Finisterre, se consideró el punto más occidental de Europa, pero después de mediciones más precisas, resultó que Cabo de la Roca, en Sintra, Portugal, está más al occidente. Acampamos al borde del acantilado, muy cerca del faro, para gozar de las preciosas vistas del Atlántico y el espectacular crepúsculo. Cuando las sombras de la noche caen, escuchamos “Finisterra” de la banda de rock español Mägo de Oz.

30 junio 2019
El trayecto que iniciamos hoy, lo planificamos para recorrer casi toda la costa atlántica de la península ibérica, desde el norte de España hasta el sur de Portugal.

Después de caminar por los acantilados y el faro de Finisterre, en una mañana fresca y de suave brisa marina, pusimos rumbo al sur, por una ruta costera de hermosos paisajes. Merendamos en Ancoradoiro, pero estaba lluvioso y algo frío, por lo que seguimos al sur, bordeando el delta de la Ría de Muros e Noia. Más adelante encontramos un pequeño bosque bañado por el río de Sieria.  

Llegamos a Vigo y buscamos un camping que nos permita pasar el resto del día junto al mar.

Vigo. Ubicada en Pontevedra, Galicia, en el delta de La Ría de Vigo, su geografía es muy peculiar, tanto que, Julio Verne, la cita en su obra “20.000 Leguas de viaje submarino”. Su historia como ciudad se remonta al s.XII, como una pequeña villa. Entre los siglos XIV y XV es frecuentemente asediada por piratas (Francis Drake, el pirata inglés, la asalta y arrasa el 1589), por lo que, a mediados del s.XV, es amurallada y fortificada para su defensa. En el s.XVI la ocupa brevemente la armada británica, en una época sacudida por los conflictos entre las monarquías de España y Portugal.

Como si esto fuera poco, la Ría de Vigo, desde 1957 al 2002, soportó cuatro catástrofes ambientales por los derrames de miles de toneladas de petróleo desde barcos accidentados, de los que aún no se recuperó plenamente.

1 julio 2019
A casi 15 Km de distancia frente de Vigo, se encuentran tres islas que son parte del Parque Natural de Islas del Atlántico. Para preservar su delicado equilibrio ambiental, solo reciben un limitado número de visitantes al día y solamente en “Illa do Faro”, donde se encuentra la famosa Playa de Rodas de arenas blancas, al pie de las montañas predominantes en las islas. Logramos un pase gracias a la previsión de Renatita que hizo la reserva días atrás.

Islas CíesComo es absolutamente prohibido atracar a embarcaciones privadas de cualquier calado, nos embarcamos en el catamarán autorizado, en un viaje inédito para mí, porque nunca estuve navegando por mar tanto rato ni una distancia semejante. Después de 45 minutos, llegamos a las islas y gozamos desde media mañana hasta el fin de la tarde de baños en las cristalinas y azules aguas y caminatas por las montañas de la isla, todo sin masas de turistas, sin ladrillos ni hormigón, entre aves en sus nidos y con sus polluelos al lado de las sendas y sin ningún temor a los humanos. Una experiencia que devuelve el optimismo y enseña mucho, al mostrar que una buena gestión del turismo y la preservación de la naturaleza son posibles armónicamente… ¡a menos de una hora de una ciudad portuaria!


2 julio 2019
Por la mañana, después de un sueño reparador y un desayuno restaurador y gracias al buen clima, disfrutamos de las playas de Vigo y caminatas por sus paseos costeros. 


Por la tarde nos dirigimos al sur y después de una breve parada en Oporto, esta vez sin degustar sus deliciosos vinos, continuamos viaje, sin detenernos en Lisboa, hacia Figueira da Foz y de allí hasta Praia do Pedrogao, donde pasamos la noche.

3 julio 2019
Costa de Portugal. Después de desayunar continuamos viaje. Encontramos Playa do Osso da Baleia, de grandes dunas de arenas blancas, un mar calmo y aguas azules, que después de recorrerla y bañarnos, nos invitaron a pasar la noche arrullados por sus olas.


Nos llamó la atención un pequeño detalle que, sin embargo, aporta mucho al cuidado del medio ambiente: a la entrada a la playa hay ceniceros portátiles y desechables para que los fumadores no tiren sus colillas en la arena. Un detalle que se suma a muchos que los portugueses aplican al cuidado de sus áreas de turismo, buscando el compromiso del visitante en el cuidado del medio ambiente.

4 julio 2019
Despertar en la playa con el rumor del mar y los gritos de las gaviotas, es una sensación muy agradable. Desayunamos contemplando la inmensidad del Océano, acariciados por una ligera brisa marina y un suave aroma salino.


Seguimos recorriendo la costa portuguesa descubriendo nuevos parajes de ensueño, como los del “Parque Natural del Suroeste Alentejano y Costa Vicentina”, con playas enclavadas en caletas envueltas por acantilados, que invitan a detenernos y visitarlas: playa do Salto, de Porto Covo, do Banho. Finalmente escogimos la cima de un acantilado de Monte Clérigo, sobre la playa da Fateixa, para contemplar el espectacular ocaso y pasar la noche.

5 julio 2019
A mediodía seguimos al sur e ingresamos a la región de Algarve, denominación que proviene del árabe y significa occidente (desde el s.XI se constituyeron diversas tarifas hasta el s.XIII, cuando la conquista Alfonso III de Portugal). En Algarve se encuentra el punto más suroccidental de Europa (cabo San Vicente).

Algarve.
La belleza de su paisaje marino con vistas limpias desde acantilados que cobijan numerosas y pequeñas playas, en un entorno natural que se conserva en ese estado, gracias a que relegaron la hotelería y los servicios turísticos a los pueblos tradicionales o áreas razonablemente alejadas de estos parajes (una decisión que contrasta con la Costa del Sol del Mediterráneo de España).


En el borde de un acantilado colindante con playa Amado (Carrapateira), en un área autorizada para campers y autocaravanas, establecimos nuestro campamento desde donde hicimos paseos por los acantilados y gozamos de baños en el mar hasta la puesta del sol.

6 julio 2019
Seguimos recorriendo los acantilados y bajando a las playas para darnos refrescantes chapuzones entre caminata y caminata, hasta que nos percatamos que ya eran las cinco de la tarde, tiempo de partir a España, concluyendo el recorrido de norte a sur de la costa atlántica de la península ibérica.
Al recorrer la costa de Portugal, confirmamos que el portugués es hospitalario, profundo y pasional, como su música, el Fado. Que es un país de suaves contrastes sociales, quizás porque los que tienen mucho son muy discretos. 


Cruzamos el puente de la frontera con la sensación que Portugal está logrando superar la crisis sin sacrificar sus hermosos paisajes y entornos naturales para capturar ese tipo de turismo insensible impulsado por vuelos baratos y cruceros masivos, y sin castigar su Estado de Bienestar, un bien apreciado por ellos.

Notamos que el país se va recuperando a ritmo lento pero sostenido, algo que se refleja en sus triunfos en la Eurocopa o en Eurovisión, o en sus políticos que están a la cabeza de la ONU y del Eurogrupo. También está considerarlo uno de los ocho países más seguros del mundo, aspecto que lo comprobamos durante este viaje.

Isla Cristina, España.
A menos de 15 minutos de la frontera, en el entorno de las marismas del río Guadiana y el Atlántico, se encuentra Isla Cristina. Ahí nos encontramos con Carmen y Ramón, excelentes y cálidos amigos sevillanos, que estos días están acompañados por María, su hija y Owen, su nieto, pasando el verano en un peculiar edificio de la playa del Cantil, conocido como el Faro de Isla Cristina, aunque no es propiamente un faro sino un edificio de departamentos.


Con tan excepcionales anfitriones y privilegiadas vistas desde sus terrazas, gozamos de conversaciones amenas y disfrutamos de una deliciosa cena, para luego realizar los rituales paseos por los malecones, hasta la llegada de un bucólico crepúsculo. 


Con las sombras de la noche, ponemos rumbo hacia Mairena del Aljarafe, para concluir esta aventura, al filo de la medianoche, llenos de recuerdos y mucho aprendizaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario