LAS RELACIONES TOXICAS DEL GOBIERNO BOLIVIANO
Publicado en Página Siete el 1 de marzo de 2020
https://www.paginasiete.bo/ideas/2020/3/1/las-relaciones-toxicas-del-gobierno-boliviano-248122.html
En Ideas de
Página Siete del pasado domingo 23, el periodista Fernando Chávez Virreira en su
artículo “La guerra entre Vox y Podemos se libra también en América Latina y en
Bolivia”, analiza el interés en América Latina de las agrupaciones españolas
Vox y Podemos, las indagaciones de Vox sobre la supuesta financiación de
Podemos en Bolivia y otros países y la influencia de sus líderes en la región,
así como las aventuras del curioso reportero español Entrambasaguas de Ok
Diario en La Paz.
Nos recuerda
la presencia del vicepresidente de Vox, Víctor Gonzales y su europarlamentario Hermann
Teretsch y la cobertura que recibieron por parte de los ministros de Gobierno y
Defensa, que los presentaron a la prensa nacional como un velado respaldo al
gobierno de Añez desde España.
Vox y
Podemos son agrupaciones de rápido crecimiento en el escenario político español
y expresan los polos opuestos del mismo. Sobre 350 diputados, su presencia
actual es de 52 diputados para Vox, sorpresiva tercera fuerza, y 35 para
Podemos, cuarta fuerza y socio de gobierno del PSOE, ajustado ganador de las
elecciones de noviembre 2019.
Conozcamos
mejor a Vox, porque aparentemente son amigos de al menos una parte del gobierno
de Jeanine Añez, en un contexto de difíciles relaciones con España y el
gobierno del PSOE.
Vox surge
en diciembre de 2013 como una escisión del Partido Popular (PP) en la era de la
presidencia de Rajoy. En 2015 participa en las elecciones municipales, logrando
22 concejales y 2 alcaldías y la incorporación de relevantes políticos
regionales del PP y Ciudadanos.
Su salto
internacional data de 2017, cuando participan en la cumbre de la ultraderecha de
Coblenza, Alemania, donde contactan con Marine Le Pen (FN); Frauke Petry (AfD) y
Geert Wilders (PVV), todos euroescépticos y antiglobalización, nacionalistas y
xenófobos y visceralmente anticomunistas, con un soporte ideológico conservador
de base religioso-nacionalista, proteccionista y tradicionalista.
Con las
elecciones de 2018 en Andalucía se inicia su ascenso y crecimiento, que se
explica por la debacle del gobierno de Rajoy (PP) por sonados casos de
corrupción, que lo llevaron a su censura en el Congreso y el fin adelantado del
gobierno del PP. Vox se lanza a la disputa por el electorado de derecha
desilusionado, involucrando también a Ciudadanos, la novel formación de centro
derecha, que en la disputa y giro a la derecha, se derrumba en las elecciones generales
de 2019 de tercera a sexta fuerza con apenas 10 diputados. Inmediatamente
después de esas elecciones, Vox se integra al Grupo de Conservadores y
Reformistas del parlamento europeo, expresión de la ultraderecha señalada
anteriormente.
De un “nacional
catolicismo” dogmático y ultra conservador, Vox expresa la reivindicación de
valores tradicionales religiosos que tiene consecuencias en una islamofobia que
raya en xenofobia, al igual que en su antifeminismo, su oposición al aborto o a
la diversidad sexual. Identifican al feminismo como un enemigo natural de su
visión política y de la “identidad cristiana de Europa y España”.
Desde el
concepto de una España única, Vox propugna la abolición del régimen de autonomías,
empezando por Cataluña y el País Vasco, descentralización que es la piedra
angular de la España post franquista y su Constitución actual. En el conflicto
con Cataluña, privilegian un discurso de confrontación y del todo o nada, que
les permitió catalizar al electorado de derecha. Considera los símbolos
franquistas como parte del pasado glorioso de España, y al régimen y figura del
dictador Francisco Franco el adalid de la visión de una España única.
En esa
línea, para Vox, la adhesión del PP y Ciudadanos al consenso constitucional es la
expresión de una “derechita cobarde y acomplejada”, un slogan clave utilizado en la disputa del electorado de esos partidos.
Al igual
que la ultraderecha europea, Vox privilegia los símbolos coreográficos,
escénicos y de oratoria sobre las propuestas documentadas. Los sonoros “Viva
España”, las apologías a la Legión española, a las fuerzas armadas y el pasado
imperial, buscan evocar el orgullo español, en un discurso que va más allá del
patriotismo normal hacia el patrioterismo fascista. Y plantea duras penas "por
las ofensas y ultrajes a España" y un "plan integral para el
conocimiento, difusión y protección de la identidad nacional y de la aportación
de España a la civilización y a la historia universal, con especial atención a
las gestas de nuestros héroes nacionales", considerando a Bolívar, Sucre o
San Martín, traidores a España.
De sus
afinidades con la ultraderecha europea está la inmigración. Parten de su identificación
con la cultura europea y declaran que el problema no es el color de las
personas sino “lo que tienen dentro de la cabeza". Establecen, al igual
que Geert Wilders de los Países Bajos, que el debate migratorio es de un
“choque de civilizaciones imposible” (cristiana y musulmana), por lo que
plantean, por ejemplo, prohibir las mezquitas. Aunque no plantean la salida de
España de la UE, matizan con la preminencia de la nación española sobre la
europea, criticando ácidamente el carácter supranacional de la UE con un
discurso similar al de Marine Le Pen y la Liga Norte de Italia, que en los hechos
es un vaciamiento de los principios de UE.
Como vemos
en este breve resumen, la clara adscripción de Vox a la ultraderecha no es
precisamente una fina carta de presentación del gobierno boliviano ante la
opinión internacional y menos aún ante los españoles y su gobierno, en especial
cuando flota la imagen y el relato de golpismo.
Las
relaciones entre Vox y miembros relevantes del gobierno de Jeanine Añez, son
tóxicas frente al conjunto de fuerzas democráticas europeas que buscan tender
“cordones sanitarios” que minimicen el crecimiento de la ultraderecha, siempre
en los marcos de la legalidad, lucha que llevan adelante figuras como Ángela
Merkel y Manuel Macrón, junto a los líderes de los distintos partidos
europeístas, sean liberales o socialistas.
Son tóxicas
con España en particular, porque nos contrapone al gobierno del PSOE y nos
aleja de las fuerzas democráticas de oposición, incluidos el Partido Popular y
Ciudadanos.
Son tóxicas porque nos utilizan en una pugna interna entre partidos
minoritarios españoles, sin tener vela en el entierro.
Son tóxicas
porque dejan la duda en el ambiente sobre la adhesión de algunos miembros del
gobierno boliviano en esa suerte de internacional de ultraderecha.
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