jueves, 4 de octubre de 2018

Rubén Chambi y el desarrollo urbano


Rubén Chambi y el desarrollo urbano

Publicado en Ideas de Página Siete el 14/06/2015
https://www.paginasiete.bo/ideas/2015/6/14/ruben-chambi-desarrollo-urbano-59731.html

El diputado Rubén Chambi Mollericona desnuda el brutal capitalismo salvaje que actualmente rige el crecimiento de las ciudades bolivianas.

A raíz de una movilización de vecinos y campesinos de la provincia Ingavi, el pasado 1 de junio se publicó una entrevista a Rubén Chambi Mollericona, ejecutivo de las Juntas Vecinales de Viacha y diputado del MAS. En ella, éste declara que es propietario de unas 300 hectáreas (algo así como 30 millones de metros cuadrados) entre los límites de los municipios de Viacha y El Alto. A la pregunta de ¿cómo hizo este patrimonio?, Chambi responde: "Yo compro tierras baldías, pampas en 2012. Son varias propiedades que he comprado. Yo verifico que son papeles originales, saco información rápida, saco el treintenal, el tradicional y los comunarios me venden a mí”; y hace un breve resumen del origen de las tierras.

El relato de Chambi ilustra sobre uno de los problemas fundamentales del crecimiento del área metropolitana de La Paz: la tierra, el suelo. Abordar el desarrollo urbano y sus necesidades de equipamiento, vías, áreas verdes y déficit habitacional sin tomar en cuenta el problema de la tierra, no es posible. Tres factores determinantes participan en la producción del hábitat urbano y específicamente en la producción de viviendas: capital, trabajo y tierra. Nos referiremos solamente a la tierra, recordando previamente que el capital proviene de la inversión pública en infraestructura y la privada en diversas formas y etapas. El trabajo proviene de los diversos factores que intervienen desde proyectos hasta la construcción misma de las viviendas, barrios y sus equipamientos. En teoría, capital, trabajo y tierra deberían obtener cada uno el valor de su contribución marginal al proceso de producción del hábitat urbano; en la práctica, el capital es subsidiado porque responde a la lógica de inversión social; el trabajo obtiene una utilidad entre el 10 y 15% del costo de la construcción y la tierra se lleva más del 500% de su valor original.

Al igual que todas las ciudades del mundo, El Alto crece inexorablemente sobre sus áreas aledañas y en este caso expande su mancha urbana al municipio de Viacha, sobre suelos originalmente destinados a actividades agrícolas, pecuarias y otras, muy diferentes a las propiamente urbanas. Como explica en la entrevista Rubén Chambi, esas tierras fueron dotadas por el INRA y por tanto para un uso del suelo específico, cumpliendo aspectos señalados explícitamente en la Ley INRA como la "función social y económica”, que en ningún momento contempla el parcelamiento urbano.

Producto de la Ley de Reforma Urbana de 1956, la Constitución Política de la antigua República establecía que no puede haber propiedades mayores a una hectárea en las áreas urbanas, aspecto que se eliminó en la Constitución Política del Estado vigente, dejando un enorme vacío legal. Ahí surgen preguntas: ¿cuál es el paraguas legal que permite que tierras dotadas para uso agrario se transformen en tierras urbanizadas o simplemente loteadas? ¿El derecho propietario de las tierras rurales es un derecho ilimitado que permite el usufructo especulativo de la tierra por el simple cambio de uso del suelo?

En el ámbito de las competencias municipales flotan también interrogantes: ¿llega el radiourbano de Viacha hasta el límite del municipio de El Alto y el mismo está legalmente aprobado? En consecuencia, ¿están aprobadas por el Concejo Municipal de Viacha, con qué parámetros de cesiones, usos del suelo, etc.?

Y lo más inquietante: ¿por qué los dueños originarios de esas tierras se ven obligados a recurrir a terceros para cambiar sus parcelas agrícolas a suelos urbanos? ¿No existe forma que ellos mismos sean los protagonistas y beneficiarios de esa transformación?

Ya en la Inglaterra de inicios del siglo XIX surgió una polémica entre la naciente burguesía industrial y los terratenientes británicos acerca de si el precio de los productos agrícolas era elevado por el excesivo costo del arriendo de la tierra cultivable o el arriendo era elevado porque el precio de los productos era alto. David Ricardo explicaba en esa época: "Renta es esa parte del producto de la tierra que se paga al propietario por el uso de los poderes originales e indestructibles del suelo”. Establece entonces que las rentas elevadas del suelo no son resultado de la generosidad de la naturaleza, sino un indicador de especulación. Como la tierra no es uniforme en calidad ni ilimitada en cantidad, la diferencia de ventajas entre una y otra establece la diferencia de sus precios. Ricardo establece en su época la necesidad de otorgar a la tierra un tratamiento diferente, basado en que se renumera "los poderes originales e indestructibles del suelo”, mientras que en el capital y el trabajo se renumera el esfuerzo humano de producción.

El valor de la tierra es estrictamente un excedente, porque no es resultado de actividades o esfuerzos por parte de sus propietarios, sino una compensación económica por el simple hecho de poseer un factor productivo que no fue producido por nadie y que tampoco puede incrementar su cantidad. ¿Dónde se origina el valor de la tierra? Algunas tesis económicas actuales exponen los siguientes motivos: la renta de escasez, que resulta de la falta de tierras respecto a la necesidad que de ella se tiene; la renta diferencial, debida a la diferencia de calidad, ubicación y situación de las tierras, que eleva unos precios respecto a otros; la renta de oportunidad, que surge de la potencialidad de determinados terrenos de otorgarles diferentes actividades, lo cual determina que un determinado uso más rentable que otros, es la actividad preferida.

Pasando de la visión de la calidad y naturaleza de la tierra a la función que desempeña en la producción del hábitat, existen dos tipos de tierras urbanas: las urbanizables o en estado "bruto”, por llamarlas de algún modo, y las urbanizadas, que son aquellas en las que se incorpora trabajo y capital que les dota condiciones de habitabilidad.

Las primeras pertenecen a campesinos, a los que les llega el crecimiento de la ciudad, convirtiéndolos en víctimas de especuladores. En las segundas, la ausencia de políticas nacionales y municipales sobre desarrollo urbano hacen propicia la presencia de especuladores que proceden a "loteamientos georreferenciados”, realizan una inversión básica en infraestructura y en todo el trabajo obscuramente legal de fraccionamiento, aprobaciones municipales e inscripción den Derechos Reales. A partir de ese punto, los nuevos propietarios se constituyen en juntas de vecinos y comienzan las demandas de inversión a los municipios y Gobierno central que acaban subsidiando el loteamiento. Rubén Chambi lo ejemplifica en la entrevista señalada cuando relata: "Como era pampa, he invertido 180.000 bolivianos para meter energía eléctrica, construí una escuela con 200.000 bolivianos. A cada profesor le pago 1.000 bolivianos con mi sueldo de diputado... El presidente Evo Morales nos dio 13 millones de bolivianos para la construcción de un colegio que está en un avance del 40%. La escuela que doné quedará como orfanato. Una pampa de tierra la hemos vuelto ciudad”. El breve relato de Rubén Chambi Mollericona a ANF desnuda el brutal capitalismo salvaje que actualmente rige el crecimiento de las ciudades bolivianas y la ausencia de normas legales que eviten el despojo de tierras a campesinos a los que inexorablemente les llega la mancha urbana.

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