jueves, 4 de octubre de 2018

Gestión sostenible en la metrópoli


Gestión sostenible en la metrópoli

Publicado en Ideas de Página Siete el 15 de marzo de 2015
https://www.paginasiete.bo/ideas/2015/3/15/gestion-sostenible-metropoli-50008.html

La expansión urbana impacta sobre el desarrollo sostenible y el medio ambiente de ecosistemas enteros, señala el autor.

Los candidatos a munícipes y gobernadores de La Paz dedicaron en sus programas algunos párrafos a temas metropolitanos y de sostenibilidad. Lo positivo es que coinciden en la necesidad de tratar estos temas y ponerlos en agenda, porque la conurbación paceña ya abarca a varios municipios de tres provincias, a partir de la expansión urbana de La Paz, El Alto y Viacha hacia municipios vecinos, planteando problemas de sostenibilidad inevitables en una aglomeración urbana de esta magnitud.

Como ciudadanos tenemos derecho a que la gestión metropolitana no resulte en un gasto superfluo, ni en una nueva burocracia sin capacidad de aportar soluciones reales. No puede ser sólo una respuesta administrativa a la expansión territorial del área metropolitana; requiere intervenciones coordinadas y consensuadas entre los municipios involucrados, la Gobernación e incluso del nivel nacional, cuando así se requiere. El concepto sostenibilidad abarca un universo temático muy amplio, algunos en boga como los de ciudad competitiva, ciudad inteligente y otras. La diversidad de conceptos es reflejo de que la expansión urbana impacta sobre todas las actividades relacionadas con el desarrollo económico, social y humano, al igual que sobre el territorio y el medio ambiente, abarcando ecosistemas enteros más allá de la mancha urbana.

En Latinoamérica millones de personas encuentran en las ciudades respuestas para escapar de la pobreza, porque allí se dan mejores condiciones de vida, más ingresos y acceso a servicios de calidad. La población de la región que vive en tugurios viene disminuyendo paulatinamente, tomando criterios de la CEPAL, que definen tugurio a la existencia de al menos una de estas cuatro falencias: 1. falta de acceso a agua potable; 2. inexistencia de saneamiento; 3. hacinamiento (tres o más personas por habitación) ; 4. Viviendas construidas con materiales precarios (el adobe no es considerado precario). Sin embargo, el crecimiento urbano no asegura desarrollo sostenible.

La sostenibilidad está en mayor riesgo en conurbaciones donde no existe coordinación entre proyectos, planes y programas entre los municipios que la conforman. Éste es el caso de la conurbación paceña. La planificación metropolitana debe evitar duplicar esfuerzos y recursos de cada municipio y concentrarlos en programas eficientes y concurrentes. De este modo, la planificación metropolitana incide directamente en la sostenibilidad económica y social, porque facilita la innovación en múltiples ámbitos, desde las artes hasta la tecnología. Ayuda a reducir los costos productivos y eleva la rentabilidad de las inversiones, al promover el intercambio de bienes y servicios, impulsando la asociatividad entre los productores y consumidores.

Así, es posible que la metrópoli paceña no ofrezca sólo cantidad sin calidad, sino calidad en cantidad en los múltiples ámbitos públicos y privados. La buena gestión metropolitana crea oportunidades para un ejercicio real de ciudadanía, porque se amplían los ámbitos de participación desde los barrios, distritos y municipios, hasta la escala metropolitana. También se amplifica la participación social en múltiples organizaciones, fortaleciendo el tejido social y, con ello, la relación entre los proyectos personales de vida y la vida en sociedad. Es así que los ciudadanos, consciente o inconscientemente, ejercen sus derechos y se vuelven parte de la construcción de una metrópoli que se empeña en encontrar las estrategias necesarias para reducir las desigualdades y lograr sostenibilidad.

En este mundo globalizado, una buena gestión metropolitana tiene más posibilidades de enfrentar las múltiples tareas que van desde el cuidado ambiental, la subutilización del capital social y laboral de sus habitantes, hasta el desarrollo de una educación de calidad para todos. Es evidente que las condiciones objetivas del país y de La Paz ponen límites y no permiten comparaciones con ciudades con ingresos per cápita superiora a los 50.000 dólares, una educación pública de alto nivel y mucho cosmopolitismo, pero es evidente que los déficits existentes obligan a optimizar nuestros esfuerzos y recursos para evitar que la brecha se haga cada vez mayor.

Buscar cómo participar de lo universal no significa perder nuestra singularidad, personalidad y autoestima. Al contrario, nos ofrece la oportunidad de transitar de ciudad pluricultural hacia una metrópoli cosmopolita. En este camino, La Paz puede recuperar su rol de dinamizador del desarrollo del país, evitando el riesgo de ser un simple centro político-administrativo. La ubicación geográfica de La Paz es una ventaja adicional para volver a ser un centro importante de producción de bienes y servicios, más allá del ámbito nacional, alcanzando el sur de Perú y el norte de Chile. Esta visión estratégica no nos libera de la urgencia de resolver problemas inmediatos de escala metropolitana como el manejo responsable de agua y de desechos; la habilitación ordenada de suelos de expansión urbana, escasos en La Paz y prácticamente inexistentes en El Alto; la producción sostenible de electricidad de fuentes alternativas y sin exponernos a los riesgos de la energía nuclear, que sólo pueden ser resueltos a esta escala.

La gestión sostenible metropolitana es un reto político, económico, social, ambiental y cultural que sólo se resuelve de forma participativa, coordinada y corresponsable, entre sociedad, instituciones y autoridades. Entre municipios, Gobernación y Gobierno nacional.
En estos días, es frecuente escuchar a algunos candidatos acerca de sus buenas relaciones con el Gobierno central para descalificar a los otros. Ésta es una impostura que choca frontalmente con el concepto de Autonomía consagrado en la Constitución y la Ley Andrés Ibáñez. En ese discurso se vislumbra la idea de retroceder hasta épocas en las que el Gobierno central designaba alcaldes y prefectos, subyace la voluntad de subordinación incondicional al nivel central y la peligrosa tendencia de ceder competencias propias de la autonomía y la voluntad ciudadana. Si no se superan los escollos que hasta ahora ponen las divergencias y mezquindades partidarias, se desaprovechará una de las pocas oportunidades que existen para reducir la pobreza y proyectarnos como ciudadanos metropolitanos, hacia un futuro más próspero.

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