Gestión sostenible en la metrópoli
Publicado en
Ideas de Página Siete el 15 de marzo de 2015
https://www.paginasiete.bo/ideas/2015/3/15/gestion-sostenible-metropoli-50008.html
La expansión urbana impacta sobre el
desarrollo sostenible y el medio ambiente de ecosistemas enteros, señala el
autor.
Los candidatos
a munícipes y gobernadores de La Paz dedicaron en sus programas algunos
párrafos a temas metropolitanos y de sostenibilidad. Lo positivo es que
coinciden en la necesidad de tratar estos temas y ponerlos en agenda, porque la
conurbación paceña ya abarca a varios municipios de tres provincias, a partir de
la expansión urbana de La Paz, El Alto y Viacha hacia municipios vecinos,
planteando problemas de sostenibilidad inevitables en una aglomeración urbana
de esta magnitud.
Como ciudadanos
tenemos derecho a que la gestión metropolitana no resulte en un gasto superfluo,
ni en una nueva burocracia sin capacidad de aportar soluciones reales. No puede
ser sólo una respuesta administrativa a la expansión territorial del área metropolitana;
requiere intervenciones coordinadas y consensuadas entre los municipios involucrados,
la Gobernación e incluso del nivel nacional, cuando así se requiere. El
concepto sostenibilidad abarca un universo temático muy amplio, algunos en boga
como los de ciudad competitiva, ciudad inteligente y otras. La diversidad de
conceptos es reflejo de que la expansión urbana impacta sobre todas las
actividades relacionadas con el desarrollo económico, social y humano, al igual
que sobre el territorio y el medio ambiente, abarcando ecosistemas enteros más
allá de la mancha urbana.
En
Latinoamérica millones de personas encuentran en las ciudades respuestas para
escapar de la pobreza, porque allí se dan mejores condiciones de vida, más
ingresos y acceso a servicios de calidad. La población de la región que vive en
tugurios viene disminuyendo paulatinamente, tomando criterios de la CEPAL, que
definen tugurio a la existencia de al menos una de estas cuatro falencias: 1.
falta de acceso a agua potable; 2. inexistencia de saneamiento; 3. hacinamiento
(tres o más personas por habitación) ; 4. Viviendas construidas con materiales
precarios (el adobe no es considerado precario). Sin embargo, el crecimiento
urbano no asegura desarrollo sostenible.
La sostenibilidad
está en mayor riesgo en conurbaciones donde no existe coordinación entre
proyectos, planes y programas entre los municipios que la conforman. Éste es el
caso de la conurbación paceña. La planificación metropolitana debe evitar
duplicar esfuerzos y recursos de cada municipio y concentrarlos en programas
eficientes y concurrentes. De este modo, la planificación metropolitana incide
directamente en la sostenibilidad económica y social, porque facilita la innovación
en múltiples ámbitos, desde las artes hasta la tecnología. Ayuda a reducir los costos
productivos y eleva la rentabilidad de las inversiones, al promover el
intercambio de bienes y servicios, impulsando la asociatividad entre los
productores y consumidores.
Así, es posible
que la metrópoli paceña no ofrezca sólo cantidad sin calidad, sino calidad en
cantidad en los múltiples ámbitos públicos y privados. La buena gestión
metropolitana crea oportunidades para un ejercicio real de ciudadanía, porque
se amplían los ámbitos de participación desde los barrios, distritos y
municipios, hasta la escala metropolitana. También se amplifica la
participación social en múltiples organizaciones, fortaleciendo el tejido
social y, con ello, la relación entre los proyectos personales de vida y la
vida en sociedad. Es así que los ciudadanos, consciente o inconscientemente,
ejercen sus derechos y se vuelven parte de la construcción de una metrópoli que
se empeña en encontrar las estrategias necesarias para reducir las desigualdades
y lograr sostenibilidad.
En este mundo
globalizado, una buena gestión metropolitana tiene más posibilidades de enfrentar
las múltiples tareas que van desde el cuidado ambiental, la subutilización del capital
social y laboral de sus habitantes, hasta el desarrollo de una educación de
calidad para todos. Es evidente que las condiciones objetivas del país y de La
Paz ponen límites y no permiten comparaciones con ciudades con ingresos per
cápita superiora a los 50.000 dólares, una educación pública de alto nivel y
mucho cosmopolitismo, pero es evidente que los déficits existentes obligan a
optimizar nuestros esfuerzos y recursos para evitar que la brecha se haga cada
vez mayor.
Buscar cómo
participar de lo universal no significa perder nuestra singularidad, personalidad
y autoestima. Al contrario, nos ofrece la oportunidad de transitar de ciudad pluricultural
hacia una metrópoli cosmopolita. En este camino, La Paz puede recuperar su rol
de dinamizador del desarrollo del país, evitando el riesgo de ser un simple
centro político-administrativo. La ubicación geográfica de La Paz es una
ventaja adicional para volver a ser un centro importante de producción de
bienes y servicios, más allá del ámbito nacional, alcanzando el sur de Perú y
el norte de Chile. Esta visión estratégica no nos libera de la urgencia de
resolver problemas inmediatos de escala metropolitana como el manejo
responsable de agua y de desechos; la habilitación ordenada de suelos de
expansión urbana, escasos en La Paz y prácticamente inexistentes en El Alto; la
producción sostenible de electricidad de fuentes alternativas y sin exponernos
a los riesgos de la energía nuclear, que sólo pueden ser resueltos a esta
escala.
La gestión
sostenible metropolitana es un reto político, económico, social, ambiental y cultural
que sólo se resuelve de forma participativa, coordinada y corresponsable, entre
sociedad, instituciones y autoridades. Entre municipios, Gobernación y Gobierno
nacional.
En estos días,
es frecuente escuchar a algunos candidatos acerca de sus buenas relaciones con
el Gobierno central para descalificar a los otros. Ésta es una impostura que
choca frontalmente con el concepto de Autonomía consagrado en la Constitución y
la Ley Andrés Ibáñez. En ese discurso se vislumbra la idea de retroceder hasta
épocas en las que el Gobierno central designaba alcaldes y prefectos, subyace
la voluntad de subordinación incondicional al nivel central y la peligrosa
tendencia de ceder competencias propias de la autonomía y la voluntad
ciudadana. Si no se superan los escollos que hasta ahora ponen las divergencias
y mezquindades partidarias, se desaprovechará una de las pocas oportunidades
que existen para reducir la pobreza y proyectarnos como ciudadanos
metropolitanos, hacia un futuro más próspero.
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